"...Aprender es naturalmente divertido..." Aristóteles-

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lunes, 21 de septiembre de 2009

LEER A KAFKA ESTIMULA LA INTELIGENCIA

 Curioso hallazgo Leer a Kafka estimula la inteligencia

Al parecer, encontrarse con situaciones absurdas, que no resultan ser lo que el sentido común hace suponer, provoca un esfuerzo extra en el cerebro, que busca darle sentido a las cosas y situaciones que nos rodean. Expertos aseguran que eso es lo que sucede al leer las obras del escritor checo Según una investigación llevada a cabo por psicólogos de la Universidad de California, en EEUU, y la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, exponerse al surrealismo de la obra
Un médico rural del escritor Franz Kafka, o de la película Terciopelo azul, del director norteamericano David Lynch, mejora los mecanismos cerebrales que supervisan las funciones implícitas del aprendizaje. Las conclusiones del trabajo aparecen en un artículo publicado en el número de septiembre de la revista Ciencia Psicológica. Mayor esfuerzo “La idea es que, al estar expuestos a una amenaza desconocida o extraña, o mejor dicho algo que, fundamentalmente, no tenga sentido, nuestro cerebro va a responder buscando otra clase de estructura en el entorno que nos rodea”, señala Travis Proulx, uno de los autores del trabajo, y continúa: “Aunque esa otra estructura puede ser completamente diferente a la amenaza real”. Ese sentido, según Proulx, hace referencia a una asociación esperada dentro del contexto que uno conoce, y para ilustrarlo da el ejemplo del fuego, asociado con el calor extremo. Apoyar la mano en el fuego y encontrarlo frío como el hielo constituiría, precisamente, esto de la “amenaza al significado” de la que hablan los autores.

“Sería muy desconcertante que pase algo tan absurdo, porque no tendría sentido”, expresó. Y esa es, precisamente, la sensación que despertarían los textos de Kafka. Como parte de su investigación, Proulx y Steven Heine, un profesor de psicología que también participó de la investigación, les pidieron a un grupo de sujetos que leyeran una versión abreviada y ligeramente editada del libro de Kafka, que tiene muchos eventos sin sentido y, en cierto modo, perturbadores. Otro grupo de participantes leyó una versión distinta del mismo relato; una que había sido rescrita para que la trama y los elementos literarios tuvieran sentido. Después, se les pidió que completaran diferentes ejercicios de gramática que, los que habían trabajado con el primer texto, casi sin editar, pudieron resolver mucho mejor. Los mismos resultados fueron corroborados en un segundo estudio, como para que no queden dudas.
 La explicación, según los autores de los trabajos, reside en que “las personas nos sentimos incómodas cuando las asociaciones que esperábamos resultan violadas, y eso crea un deseo inconsciente de darle sentido a lo que nos rodea”. Así, esa sensación incómoda puede venir de una historia surrealista -como la obra literaria elegida- y el efecto es que incita a aprender nuevos patrones cerebrales, distintos a los conocidos, y a desarrollar una mayor capacidad de aprendizaje, de acuerdo a la conclusión de los investigadores. Por miedo a malinterpretaciones, los investigadores aclaran que leer literatura surrealista antes de un examen, por ejemplo, no aumenta el rendimiento del estudiante. Según ellos mismos subrayan, la clave del trabajo que realizaron es que sus participantes no esperaban encontrarse con una historia extraña, como la que leyeron. De hecho, si uno está esperando algo extraño, finalmente no experimenta las sensaciones descriptas.
Lo que le sucedió a los participantes -y que le pasaría a cualquier lector- es que, al toparse con tantos acontecimientos inesperados a los que no les pueden dar sentido, se esfuerzan más de lo normal en darle sentido a otras cosas de la vida real. Según una investigación llevada a cabo por psicólogos de la Universidad de California, en EEUU, y la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, exponerse al surrealismo de la obra Un médico rural del escritor Franz Kafka, o de la película Terciopelo azul, del director norteamericano David Lynch, mejora los mecanismos cerebrales que supervisan las funciones implícitas del aprendizaje. Las conclusiones del trabajo aparecen en un artículo publicado en el número de septiembre de la revista Ciencia Psicológica. Mayor esfuerzo “La idea es que, al estar expuestos a una amenaza desconocida o extraña, o mejor dicho algo que, fundamentalmente, no tenga sentido, nuestro cerebro va a responder buscando otra clase de estructura en el entorno que nos rodea”, señala Travis Proulx, uno de los autores del trabajo, y continúa: “Aunque esa otra estructura puede ser completamente diferente a la amenaza real”. Ese sentido, según Proulx, hace referencia a una asociación esperada dentro del contexto que uno conoce, y para ilustrarlo da el ejemplo del fuego, asociado con el calor extremo. Apoyar la mano en el fuego y encontrarlo frío como el hielo constituiría, precisamente, esto de la “amenaza al significado” de la que hablan los autores. “Sería muy desconcertante que pase algo tan absurdo, porque no tendría sentido”, expresó. Y esa es, precisamente, la sensación que despertarían los textos de Kafka. Como parte de su investigación, Proulx y Steven Heine, un profesor de psicología que también participó de la investigación, les pidieron a un grupo de sujetos que leyeran una versión abreviada y ligeramente editada del libro de Kafka, que tiene muchos eventos sin sentido y, en cierto modo, perturbadores. Otro grupo de participantes leyó una versión distinta del mismo relato; una que había sido rescrita para que la trama y los elementos literarios tuvieran sentido. Después, se les pidió que completaran diferentes ejercicios de gramática que, los que habían trabajado con el primer texto, casi sin editar, pudieron resolver mucho mejor
 Los mismos resultados fueron corroborados en un segundo estudio, como para que no queden dudas. La explicación, según los autores de los trabajos, reside en que “las personas nos sentimos incómodas cuando las asociaciones que esperábamos resultan violadas, y eso crea un deseo inconsciente de darle sentido a lo que nos rodea”. Así, esa sensación incómoda puede venir de una historia surrealista -como la obra literaria elegida- y el efecto es que incita a aprender nuevos patrones cerebrales, distintos a los conocidos, y a desarrollar una mayor capacidad de aprendizaje, de acuerdo a la conclusión de los investigadores. Por miedo a malinterpretaciones, los investigadores aclaran que leer literatura surrealista antes de un examen, por ejemplo, no aumenta el rendimiento del estudiante. Según ellos mismos subrayan, la clave del trabajo que realizaron es que sus participantes no esperaban encontrarse con una historia extraña, como la que leyeron.

De hecho, si uno está esperando algo extraño, finalmente no experimenta las sensaciones descriptas. Lo que le sucedió a los participantes -y que le pasaría a cualquier lector- es que, al toparse con tantos acontecimientos inesperados a los que no les pueden dar sentido, se esfuerzan más de lo normal en darle sentido a otras cosas de la vida real.